lunes, 10 de enero de 2011
Lo imprescindible. París en un fin de semana
En esta primera entrega propongo lo más típico y, por lo tanto, lo ineludible, si vas solamente un fin de semana. Si eres un machaca, puede que seas capaz de ver muchas más cosas en el mismo tiempo, pero ver mucho no significa disfrutarlo. Citando la inevitable analogía que se puede hacer respecto al sexo, no es lo mismo la cantidad de la calidad (y más a ciertas edades...). En las siguientes entregas haré referencias a visitas de más de un fin de semana, daré algunos consejos relacionados con la comida y subiré una lista comentada de restaurantes.
Dado el vasto abanico de posibilidades que ofrece esta ciudad, no me será posible incuirlo todo, así que como se dice siempre, no estarán todos los que son pero sí que serán todos los que estén. O algo así... o no... o qué sé yo...
Preámbulo
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Si estás leyendo esto impreso en un papel, doblado y arrugado, que acabas de sacar de tu bolsillo, quiere decir que has hecho una elección de primera línea: París, la ciudad del Sena, de la luz, del amor... y de un sinfin de cosas más.
No se puede comenzar sin decir que lo mejor de París es París en sí misma. Me explico: París es en su conjunto el centro, el casco antiguo, la ciudad vieja, como quieras llamarlo. Qué mejor manera pues de conocerla que caminar por sus barrios, por los bulevares repletos de edificios haussmanianos, por sus estrechas calles contemplando la anarquía constructiva, por las riberas de La Seine, por sus parques, jardines y rincones ocultos. Innegablemente, es una ciudad para patear.
Imprescindibles
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Hay cosas que si vas a París no puedes dejar de visitar. Son les incontournables:
.- La Tour Eiffel. Siendo lo más tópico y típico de París, no deja de ser lo más impresionante. Para mí es la quintaesencia de la ciudad, junto con La Seine. Eiffel hay que verla de día y de noche. Desde arriba y desde abajo. Te recomiendo primero ir de día, más o menos temprano si puedes, para evitarte las colas. Se puede llegar en metro hasta Trocadero (Linea 9), ver la torre desde la plaza y luego bajar y cruzar el puente para colocarse justo debajo. Acojona. Hacer cola y comprar el billete para la última planta, la cúspide, la cumbre, es algo obligado. Si hace buen día, la vista de la ciudad es increíble. Pero dicen que es la segunda vista más bonita... ¿Que por qué la segunda?... porque en esta vista no se ve... la propia torre Eiffel! Para encontrar una vista panorámica que incluya la torre, habrá que ir a Montparnasse. Es el único rascacielos que hay en París (no incluyo aquí La Défense, un complejo empresarial que está en las afueras). Es un edificio negro que está al sur-este de la torre Eiffel. Allí se puede subir hasta la azotea y comtemplar París, esta vez con la torre. Consejo: hay que abrigarse si no quieres helarte hasta el tuétano.
De noche, es aún más impresionante. Esta vez te recomiendo otro tipo de acercamiento. En vez de ir hasta Trocadero, vete hasta La Place de la Concorde, donde está el obelisco que Napoleón se trajo de Egipto. Desde esta plaza, coge camino justo en la ribera derecha del río y ponte a andar en dirección hacia la torre paseando por los muelles. Después de un rato viendo barcos, el camino os obligará a remontar de nuevo hacia arriba, hacia la calle, creo que a la altura del Pont d'Alma, porque los muelles se acaban. Pasarás al lado de la Flamme de la Liberté: una réplica de la antorcha de la Estatua de la Libertad de N.Y. Está justo encima del puente donde se mató Lady Di. Sigue caminando hacia "la luz", hasta que llegues al puente a la altura de la torre. Todo este paseo hay que hacerlo ya de noche, y podrás ver Eiffel a lo lejos completamente iluminada. No la perderás de vista en ningún momento. Hay que prestar atención cuando el reloj marce la hora en punto: durante diez minutos la torre cobra vida. Así cada hora.
.- Notre-Dame de Paris. A punto de ser destruida en el siglo XIX, abandonada a su suerte, y salvada por Victor Hugo, esta cathedrale tiene mucho de magia y más de cuento. Es bonita, pero más por detrás que por delante. Por dentro se ve muy reformada. Están bien los tres rosetones que tiene, pero poco más se puede decir. Particularmente, catedrales en España que superen a ésta en cuanto a belleza, historia y solera, hay unas cuantas. Si quieres fachadas vete a ver la de Santiago, para vidrieras la de León, para historia la de Toledo, para tamaño la de Sevilla, etc. Te la vas a encontrar petada de peña, casi seguro. Yo creo que es la única catedral en la que hace más temperatura dentro que fuera. Rebosa verdaderamente de calor humano. Si quieres esperar cola para subir a las torres, allá tú, pero creo que por el precio y por la cola no merece demasiado la pena.
Lejos de querer desmitificar tamaño monumento, tan sólo pretendo darte una visión más pragmática aunque desgraciadamente sea menos romántica.
.- Musée du Louvre y alrededores. Respira, aún no he dicho que haya que entrar. El museo hay que verlo al menos por fuera, y visitar los dos patios que tiene, el grande con la pirámide y otro pequeñito. Si eres amante de los contrastes, te propongo repetir la visita de noche. Desde el patio grande podrás apreciar la inmensidad del museo, es decir, que es la hostia de grande, vamos. Una cosilla: colócate frente al pequeño arco de triunfo que hay en la plaza y mira a través del arco. Podrás ver el alineamiento perfecto que hay entre ese arco, el obelisco de La Concorde, el Arco de Triunfo de la plaza Charles de Gaulle-Étoile y, aunque es difícil de apreciar, el Arco de la Défense (un edificio con forma de arco que está en la explanada de la Défense, en las afueras de París. Es impresionante, pero con sólo un fin de semana no te recomiendo que vayas a verlo).
Si decides entrar, cosa que te diría que lo meditases bien en una visita de un fin de semana, al menos vete a ver La Mona Lisa, por no salirte de lo típico. Lo de que te lo pienses un poco es por el hecho de lo mucho que hay que ver. El museo es enorme, pero enorme de verdad, y como te lies, se te escapa el día sin que te enteres.
Ya que estás, puedes darte una vuelta por Les Jardins de Tuileries. Bonitos jardines que te llevarán hasta la Place de la Concorde, que es para mí una de las más guapas que hay en París, al menos, impresionante. En ella encontrarás el Hotel Crillon, el que dicen que es el más exclusivo y caro de París. Y justo al lado, subiendo la rue Royale hacia La Madeleine, verás Maxim's. Tengo entendido que ya no es lo que era, pero yo me asomé una vez a ver dónde tenían el menú del día y no fui capaz de encontrarlo.
.- Montmartre-Sacré Coeur. El barrio de Amelié es uno de los imprescindibles, sin duda. Para comenzar el paseo, una de las alternativas es ir hasta el metro Pigalle (Líneas 2 y 12). Vete caminando por el Boulevard de Clichy. A lo mejor las féminas no disfrutan tanto, pero ciertos caballeros podrán sentirse ciertamente en la gloria. Decenas de puti-clubs, salas de strep-tease, barras americanas, sex-shops, cines X, harán la delicia de pervertidos y enfermos del sexo (si es que se puede estar enfermo de eso...). Yendo por la acera de la derecha, pasarás por delante de la puerta del museo del erotismo. Si aún la mantienen en el escaparate, verás una silla muy especial. Un poco más adelante, llegarás al mítico cabaret de Moulin Rouge. Si tienes una cuenta corriente saneada y no eres pariente del tío Gilito, posiblemente querrás disfrutar del espectáculo mientras degustas una sabrosa cena. En ese caso, cuéntame qué tal, porque a mí me falla el primer requisito. Después de las fotitos de rigor, coge la calle que sale justo a la derecha del Moulin, hacia arriba, la rue Lepic. A media cuesta, en la acera de la izquierda, encontraréis el bar donde Amelié ejercía el oficio de camarera: Les Deux Moulins. Está algo cambiado desde la película, por ejemplo no tiene el estanco, pero es el auténtico, fijaos en la entrada al baño y al teléfono. No os recomiendo que os toméis nada, salvo que realmente queráis satisfacer una ilusión, pues los que lo llevan practican la antítesis del trato afable. Sigue la rue Lepic en su sinuoso ascenso a la colina de Montmartre (cuidado, no pierdas la calle. Un mapa en estos casos suele ser útil). El final de la rue da en la cima de la colina, en el barrio de los artistas. Tiene mucho encanto, pero sobre todo cuando el frio del invierno desanima a los turistas a invadir sus calles. La placita es una pasada, pero hay veces que hay tanta sobrecarga de visitantes que se come la magia. Desde la plaza, vete hasta la Basílica del Sacré-Coeur. Supongo que si has sido observador, ya la habrás visto desde cualquier otro punto de París. Se puede entrar, pero es más impresionante por fuera. Disfruta de la vista de París desde el mirador... Luego, o bajas por las escaleras del parquecito, las mismas que con celeridad subía Nino Quincampoix buscando encontrar a la mujer misteriosa, o bien vuelves a la plaza y sales por uno de sus extremos para terminar dando con unas escaleras que bajan y bajan.
.- La Seine (o el Sena). Puede parecer algo de turistas, pero te aconsejaría que hicieses un viajecito en uno de los Bateux Mouches. Tienes una visión de la ciudad completamente distinta, y te aseguro que merece la pena. Yo prefiero por la noche, pues por lo general los barcos llevan unos potentes focos con los que van iluminando las riberas a medida que van pasando. La vista es realmente espectacular. Hay quién lo prefiere de día, pero ya te digo, yo me quedo con la noche, como pájaro nocturno que soy.
Para más información :
Información de París
Visitar París
Descubrir París
Publicado por
Lorena Vázquez
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Etiquetas:
paris turismo en paris
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